miércoles, 26 de septiembre de 2012

                                        Judios en Cuba

La primera presencia de Judios en Cuba viene desde los años 1904 todavia hoy existe una asociacion llamada United Hebrew Congregation y el primer cementerio judio de La Habana esta en las cercanias de Guanabacoa, muchos de ellos son de origen Polacos algunos  eran joyeros, tambien habian Rusos, Bulgaros y Australianos. muchos de ellos se trasfirieron a Cuba por que en aquella epoca tenian restringido las entradas  en Estados Unidos, se solian ver en las calles de la Habana, en Acosta, calle Cuba,calle Merced, CalleLuz, en San Ignacio y Muralla en el municipio de la Habana Vieja y centro Habana. Fundaron la biblioteca Asrah Israel en el barrio de Jesus Maria, una de las anecdotas que se cuentan de la epoca es que una chica judia de nombre Sima sé enamoro de un joven Cubano renegando asi de la religion Hebrea y esta fue asesinada de la mano del  Padre. Entre los años 1928 y 1930 se empezó a públicar la revista Yiddlsh Oyfgang (Aurora) Muchos de estos Judios con familia en la capital de Cuba se inscriben al partido comunista con su fundador Fabio Grobart y la asociación del movimiento obréro participando a las primeras manifestaciones de revuelta contra el presidente Gerardo Machado, los martires de aquella gesta sobresalen cinco de ellos Noske Yalombo, Boris Vaxman, Bernardo Reinertz, Issac Hurritz, y Jacobo Burshstein, los primeros cuatros eran militantes comunistas.
Cuando termina la segunda Guerra mundial en la isla habian 25.000 hebreos, la sinagoga fue construida en la calle Acosta y muchos se fueron a vivir a sus aledaños, luego en los años 1950 algunos con negocios mas emergentes se mudaron al vedado donde todavia hoy se encuentra la sigagoga Beth Shalom en calzada de Linea y I y la otra sinagoga se encuentra en la calle Inquisidor.

An Island Called Home. Returning to Jewish Cuba, de Ruth Behar, es el repaso más abarcador y ameno de la presencia de los judíos en Cuba


Leído por exiliados cubanos, se trata de necesario ejercicio. Diáspora, palabra que usamos con cierta ligereza para referirnos a la dispersión cubana por medio mundo, es palabra griega, pero traduce el hebreo Galout y se refiere a la (mala) suerte de los judíos, desprovistos de su tierra y provistos, desde entonces, de un destino unido al deseo de su recuperación                                                                                             .
Así, los avatares de la comunidad judía asentada en una Cuba que concibieron como mera plaza de tránsito hacia los EE.UU. da testimonio de una dimensión diaspórica paralela y dotada de la espiritualidad que imprime una religión. El dolor, y la desesperación de quienes huyeron de los horrores de la Europa en guerra para acabar encontrando una provisional pax caribeña que la revolución de 1959 vino a soliviantar. Cerca del 90 % de los judíos que vivían en Cuba se marcharon a los EE.UU. durante los primeros años de afianzamiento del castrismo. Atrás dejaron sus cementerios y sinagogas, sus muertos y sus rollos de la Torah.
Ruth Behar se reencontró con los últimos supervivientes, secularizados por la fuerza –la cesión de la sede de la Unión Sionista a la delegación en Cuba de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1978 no es más que un episodio del acoso de la revolución a los judíos-, pero ávidos de recuperar una tradición que los apartara del adocenamiento totalitario. Y los salvara de la miseria.
La conversión de esa pequeña comunidad en objeto de deseo de las organizaciones filantrópicas de judíos norteamericanos y argentinos, su rápida transformación en destino turístico, es asunto al que Behar dedica las que probablemente sean más atrevidas páginas de An Island Called Home. Esos pocos representantes del «pueblo elegido» tuvieron la suerte de ser «elegidos» para ofrecerles caridad. El drama moral que tal elección conlleva es narrado desde un discurso antropológico trufado de anécdotas, conmovedoras escenas, truncas, o retomadas, «historias de vida». Las fotografías de Humberto Mayol jalonan la narración con la impronta de rostros y lápidas.
Los testimonios de muchos judíos dispersos por la geografía cubana dibujan un extraño paisaje que parece invención literaria. No lo es. Pero hay historias, como la de Jaime Gans Grin, el «último judío de Palma Soriano», que muestran los horrores del siglo y la desolación privada con esa terrible belleza que es patrimonio del espacio literario

by : cortesía de Ruth Behar y Rutgers University Press . Vease en el enlace pag web de la Comunidad
Comunidad hebrea en Cuba

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